Antes de que llegaran mis hermanos de España, mi tío y yo decidimos hacer un último viaje mano a mano.
Como habíamos estado escuchando hablar a mucha gente sobre Huaraz y su cordillera blanca (la segunda del mundo con más montañas que sobrepasan los seis mil metros de altura, teniendo 16 y siendo superada sólo por el Himalaya) decidimos ir a conocerla en persona y tratar de conquistar alguno de sus picos.
La segunda fue en una charca de 8 metros de profundidad con una tonalidad de colores clarito espectaculares. Era conocida como el "Ojo de agua de Pumapashimin":
De ahí fuimos a ver los Rodales de puya, unas plantas endémicas que sólo se pueden ver en esta zona porque crecen a alturas superiores a 3.000 metros. Yo nunca había visto una planta igual. Algunas medían hasta 12 metros y tenían más de 100 años. El guía nos explicaba que no hay inflorescencia en el mundo más grande que la suya, ya que produce más de 5000 flores:
Sus hojas espinosas tenían forma de olas, ¡qué casualidad!
Esa fue la última parada que hicimos antes de iniciar la caminata. Después nos abrochamos las botas y empezamos a caminar. Tuvimos que ir parando cada 5 minutos porque nos costaba mucho respirar. A la hora por fin alcanzamos la cumbre de la montaña. Todo estaba cubierto de nieve y por una de sus laderas se deslizaba el glaciar que lleva su nombre (Glaciar Pastouri), que en la actualidad se encuentra en retroceso (por el cambio climático) pero aún era gigante. ¡Yo era el primer glaciar que veía en mi vida!
De ahí volvimos a Huaraz y de ahí al hotel a dormir porque al día siguiente bien temprano nos tocaba ir a visitar la jolla del Parque Nacional Huascarán: la Laguna 69. No se llama así por nada en especial, no vayan a pensar, simplemente es porque antes se les ponía a todas las lagunas de la zona un número (hay un montón) y a esta le tocó ese.
Ya bajando, nos encontramos con otro laguna, también de color azul turquesa, y mi Tío y yo nos hicimos esta foto de despedida. Con esto, terminábamos nuestra última aventura en tierras peruanas. ¡Hasta la próxima Tío!
Como habíamos estado escuchando hablar a mucha gente sobre Huaraz y su cordillera blanca (la segunda del mundo con más montañas que sobrepasan los seis mil metros de altura, teniendo 16 y siendo superada sólo por el Himalaya) decidimos ir a conocerla en persona y tratar de conquistar alguno de sus picos.
Después de viajar toda la noche en bus desde Lima por fin llegamos a esta ciudad peruana. Allí fuimos directos al hotel a dejar todo. Desayunamos y preparamos el material para iniciar el primer ascenso a las 8 de la mañana. Nuestro objetivo era subir y bajar el nevado Pastouri en el mismo día (su cima alcanza los 5.240 m de altitud sobre el nivel del mar). No iba a ser tarea fácil pero, por suerte, un minibus nos iba a subir hasta casi los 5.000 metros de altura y de ahí nosotros íbamos a tener que caminar un poco más hasta el nevado. Eran casi dos kilómetros de caminata pero es que a esa altura las cosas cuestan el triple hacerlas. Para que vean, tardamos más de una hora en subir y casi otra hora en bajar. Más las 3 horas de ida y de vuelta en bus.
Por el camino, el autobús hizo varias paradas dignas de mención. La primera fue una fuente de agua gasificada. Yo era la segunda que veía, después de la de Cabreiroá que vimos en el mítico tour de hace unos años, cuando estaba esponsorizado:
La segunda fue en una charca de 8 metros de profundidad con una tonalidad de colores clarito espectaculares. Era conocida como el "Ojo de agua de Pumapashimin":
Sus hojas espinosas tenían forma de olas, ¡qué casualidad!
Esa fue la última parada que hicimos antes de iniciar la caminata. Después nos abrochamos las botas y empezamos a caminar. Tuvimos que ir parando cada 5 minutos porque nos costaba mucho respirar. A la hora por fin alcanzamos la cumbre de la montaña. Todo estaba cubierto de nieve y por una de sus laderas se deslizaba el glaciar que lleva su nombre (Glaciar Pastouri), que en la actualidad se encuentra en retroceso (por el cambio climático) pero aún era gigante. ¡Yo era el primer glaciar que veía en mi vida!
De ahí volvimos a Huaraz y de ahí al hotel a dormir porque al día siguiente bien temprano nos tocaba ir a visitar la jolla del Parque Nacional Huascarán: la Laguna 69. No se llama así por nada en especial, no vayan a pensar, simplemente es porque antes se les ponía a todas las lagunas de la zona un número (hay un montón) y a esta le tocó ese.
Como iba diciendo, ese día amanecimos bien temprano porque a las 5 de la mañana nos estaba viniendo a buscar al hotel el guía. Después de conducir casi cuatro horas, empezamos a caminar. Esta vez si que teníamos que subir un desnivel de más de mil metros. Tardamos aproximadamente 4 horas en subir y 3 en bajar. Yo fui el primero en llegar a la laguna. Estaba motivadísimo y me encontraba en muy buena forma después de caminar durante todo el mes.
Nunca se me olvidará la primera impresión que tuve cuando llegué a la laguna. Parecía el paraíso: había un glaciar 100 metros más arriba que producía el agua que caía en forma de cascada a esta laguna de color azul turquesa. No me lo podía creer, era tan bonito...
Como venía con mucho calor por caminar tan rápido, decidí pegarme un chapuzón en ella. Era la primera vez que me bañaba a tanta altura (4.600 metros) y en un agua tan fría. Puedo decir alto y claro que el agua estaba congelada jajaja:
Nunca se me olvidará la primera impresión que tuve cuando llegué a la laguna. Parecía el paraíso: había un glaciar 100 metros más arriba que producía el agua que caía en forma de cascada a esta laguna de color azul turquesa. No me lo podía creer, era tan bonito...
Como venía con mucho calor por caminar tan rápido, decidí pegarme un chapuzón en ella. Era la primera vez que me bañaba a tanta altura (4.600 metros) y en un agua tan fría. Puedo decir alto y claro que el agua estaba congelada jajaja:
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