Después de surfear Playa Guiones proseguimos nuestro camino hacia el norte. Paramos en todas las playas que nos encontramos. Da gusto ver como aún quedan spots de muy buena calidad en Costa Rica alejados de la masificación. Éste es el caso de Marbella. Una playa con multitud de picos tuberos y muy poca gente en el agua.
Aquí pasamos unos días en esta bonita casa cerca de la playa que alquilamos:
Nuestro siguiente destino fue Tamarindo (se le suele llamar "Tamagringo" por la cantidad de norteamericanos que hay), a una hora al norte en coche.
Allí nos quedamos en "Chocolate", un hotel muy bonito y barato:
Por la tarde surfeamos olas guapas en Playa Grande (es donde más mar entra de toda la zona) y disfrutamos de un bonito atardecer.
Por la noche dimos una vuelta por este turístico pueblo. La verdad es que es la zona con más ambiente de todo el pacífico.
Al día siguiente fuimos a ver Playa Langosta, Playa Negra y Avellanas.
En las tres había muy buenas olas pero mucha gente. Nos dimos un baño en Avellanas y volvimos a Playa Grande que fue la que más nos gustó, y en la que menos gente había.
El lunes decidimos volver a San José para hacer algo de turismo y para que Fran catara Cuartel.
El martes fuimos al mercado local y a las zonas más emblemáticas de la ciudad.
Y al día siguiente al amanecer visitamos el volcán Irazú, que lleva años inactivo pero se pueden ver los dos océanos desde él.
Allí compartimos almuerzo con unos animales locales bastante curiosos:
De vuelta en San José fuimos a visitar a Lope a la
Surf Factory.
Por la noche nos despedimos de Fran que volvía a España y nos fuimos a cenar a una parrillada argentina masiva.
Gracias a Lope que nos invitó a su barco pudimos surfear la que mucha gente considera la mejor ola de Costa Rica, y a la que sólo se puede acceder por mar ya que rompe en una playa privada. Ésta ola se llama Escondida y es un pico de roca con secciones huecas y muy maniobrable. Nos cuadró un poco on shore pero pudimos comprobar su enorme calidad.
También aprovechamos para surfear la izquierda de la Isla, que estaba grande pero iba muy larga.
A la vuelta me encontré bastante mal con unos síntomas muy raros y tuve que ir al hospital. Me hicieron varias pruebas y no me vieron nada raro, así que no problem, unos análgesicos y para casa a descansar.
Esa noche conseguí dormir mucho y levantarme mejor, así que por la mañana comprobamos que los partes seguían buenos para el sur y decidimos ir a la joya del país: Pavones.
Tras seis horas de bus hasta Paso Canoas (en la frontera con Panamá) y dos horas de taxi hasta Pavones, nos encontramos con en esta izquierda de más de un kilómetro de recorrido:
El primer día nos dimos tres baños. Cogí alguna ola de más de 30 segundos. Nunca había surfeado nada igual. Cuando pillas una ola lo mejor es no remontar si no ir pillando varias olas hasta el final, salir y volver a entrar en la primera sección porque remando te puedes volver loco.
Estuvimos casi una semana en este pueblo surfeando todo el día porque la ola rompe en todas las mareas y porque no hay nada más que hacer a parte de surfear y comer casados.
Hasta que llegó el momento de irse a San José. Como no había muchas opciones de transporte nos subimos a la pick-up del dueño de la cabina en la que nos estuvimos quedando para que nos acercará a Paso Canoas. Tardamos dos horas pero llegamos sanos y salvos.
El bus no salía hasta la tarde así que cruzamos andando a Panamá para comer y dar una vuelta.
Ya en San José hicimos tiempo en el skatepark hasta que nos fuimos para el aeropuerto.
Donde gracias a nuestra labia, buena suerte y a la simpática gente de TACA no tuvimos que pagar las tablas.