sábado, 28 de mayo de 2016

Costa Rica

Tras no poder embarcar en el primer vuelo a San José (Costa Rica) desde Perú por no tener conmigo la cartilla de vacunación y poder probar así que estaba vacunado contra la fiebre amarilla, tuve que elegir entre quedarme en casa o comprar un nuevo billete de avión. Estaba claro que iba a hacer lo segundo ya que mis amigos de toda la vida me estaban esperando en Costa Rica ya:



Además, era desde allí desde donde salían los vuelos a mis próximos destinos (Colombia y Brasil) y además eran mis vacaciones de la Universidad y no me las quería pasar sin viajar por nada del mundo. Total que me compré un vuelo de ida para el día siguiente. Me costó más que todos los que había comprado para este viaje, es decir, más que el de Perú-Costa Rica-Colombia-Brasil-Perú.

Con todo, y para mi sorpresa, al presentarme en el aeropuerto al día siguiente me dicen que el vuelo está lleno, ¡no me lo podía creer! ¿Cómo habían podido vender un billete de avión para un vuelo en el que no quedaban asientos? Además, lo había comprado en la misma oficina de Avianca, ¡muy mala organización por su parte! Les tuve que meter una reclamación de las buenas:


Al final, me dieron 150 dólares para gastar en Avianca y me reubicaron en un hotel 4 estrellas con pensión completa hasta el primer vuelo, que sería al día siguiente. Llamé a mis amigos de la Uni y pasamos la tarde por allí:


Al día siguiente, por fin pude llegar a la tierra del Mae y de la Pura Vida. El coche oficial de la peña deportivista radical Pájaro On Tour, capitaneado por el Torres que usa gafas, me vino a buscar al aeropuerto:



De ahí nos fuimos a dormir cerca de la Reserva Biológica de Monteverde, para tratar de caminarla al día siguiente en búsqueda de algún animal (que no vimos):




Por la tarde nos fuimos a la tirolina más larga (1.600 metros) y alta (200 metros) de Latinoamérica, toda una experiencia que recomiendo al 100%:




De ahí nos fuimos a Cañas, a proseguir la búsqueda de animales salvajes. Alguno pudimos ver, por fin:






Una hora al norte de Cañas estaba la que iba a ser nuestra primera playa: Playa del Coco. Allí aprovechamos para descansar, tomar el sol y darnos alguna que otra rumba:




Muy cerca de allí está el Parque Nacional Santa Rosa, mundialmente conocida por su ola "Roca Bruja". En kilómetros está cerca pero la “carretera” es malísima. Tardamos más de dos horas pero mereció la pena. Ese sitio (y su ola) es mágico:





De ahí bajamos a Tamarindo (Tamagringo, sin más) y de ahí a Santa Teresa, el mejor sitio del mundo para mi:



Alquilamos una casita muy guapa para los 7, surfeamos todos los días y visitamos la Lora Amarilla:



Muy cerquita de allí están las cataratas de Montezuma, otro lugar precioso:





Y de camino de vuelta a Santa Teresa hay parada obligatoria en el famoso Hotel Vista de las Olas:




La vida pasaba tranquila allí entre las olas y los Trits (los mejores helados del mundo). ¡Veníamos para tres días y nos quedamos siete!



Pero queríamos seguir conociendo el país así que nos fuimos conduciendo hasta el puerto, donde pillamos un ferry a Jacó:



En Jacó no hay mucho que ver pero su Río Tárcoles es el que más cocodrilos tiene que he visto en mi vida:





De ahí hacia el sur está el Parque nacional Manuel Antonio, donde gracias a nuestro guía, por fin pudimos ver algo:





De vuelta en San José aproveché (como siempre) para visitar a mi amigo Lope en su fábrica de tablas, donde no pude evitar pillarme una joyita de Channel Islands. Desde aquí le mando un saludo.




Por la noche tocó la despedida con nuestras anfitriones ticas las hermanas Prada y sus amigas (gracias por todo):



Al día siguiente volaba a Colombia, pero eso ya es otra historia.

Estos son los videos de nuestro viaje: