jueves, 7 de diciembre de 2017

PANAMÁ

A principios de noviembre nos fuimos ocho amigos de surftrip a Panamá.


No era la mejor época del año para ir, pues llovía mucho, pero decidimos arriesgar igual. Y acertamos.



La lluvia traía el mar un poco roto pero también hacía que no hubiese mucha gente surfeando. De hecho, no vimos a nadie en el agua hasta el quinto día, cuando fuimos a la zona de Venao, lo más turístico que hay en la parte de Panamá Pacífico (en el Caribe es Bocas del Toro).


Pero empecemos por el principio, en Panamá City, cuando aterrizamos. Allí alquilamos un pequeño Yaris Sport (todavía desconocíamos el estado de las carreteras y que habíamos ido en la época más lluviosa) para poner rumbo a la zona de Bahía de Panamá, previa rumba en el casco viejo.



Una vez en Bahía, surfeamos la mítica ola de Chame, una de las más constantes de la zona. Pillamos un par de olitas divertidas con solazo y agua caliente y seguimos conduciendo, queríamos llegar a dormir a la zona de Cambutal (conducir por la noche en Centroamérica es muy peligroso porque no ves los agujeros de la carretera).


Ya en Cambutal, nos quedamos en Hotel Casa Cambutal donde Jose “Masa”, un corchero local “to buena gente” que regenta un resort. Él nos llevaba a las olas (menos a la de enfrente de casa, que íbamos andando) porque con el Yaris y con los 4x4 era imposible llegar ya que a medio camino había un río con bastante caudal que tenía por lo menos un metro de altura.






De ahí nos fuimos a playa Venao, un lugar con olas todos los días, en todas las mareas, con restaurantes, ambiente y mucha fiesta. Definitivamente era un buen sitio. Allí nos quedamos un par de días.

Foto: @isragram


Después seguimos yendo hacia el oeste, a Morrillo. En realidad nos fuimos sólo 80 km pero tardamos casi cuatro horas. Esto es porque hay pocas carreteras (casi siempre hay que volver a la Panamericana) y las que hay no están en muy buen estado que digamos.





Morrillo fue sin duda el spot del viaje. Olas muy guapas y lugar salvaje. Allí estuvimos muy cómodos junto a Dani de Villa Vento, que nos vino a rescatar el primer día cuando, de camino, el lodo engulló al Yaris.



Estuvimos cuatro días allí, hasta que con la llegada del primer swell (el más grande del mes), decidimos apostarlo todo por un spot: Morro Negrito. Condujimos por cuatro horas hasta llegar casi a la frontera con Costa Rica y nos dirigimos a puerto. Allí, nuestro amigo Yigo nos llevó hasta la isla (una hora en barco), donde, para nuestra sorpresa, el resort ya no existía (ahora entendíamos porque nadie contestaba a nuestras llamadas). Se lo había llevado volando el viento un par de semanas antes. Muy heavy.


Pues nada, volvemos a puerto y pasamos la noche. A la mañana siguiente, repetimos operación pero esta vez con la intención de volver a puerto. Otra vez sin suerte. El swell todavía no ha llegado. Volvemos a tierra y ponemos rumbo en coche a Santa Catalina, la clásica derecha. Nos ganamos pero conducimos casi 7 horas entre ida y vuelta. Volvemos a puerto, dormimos y a la mañana siguiente al amanecer volvemos a atravesar los manglares. ¿Cuál es nuestra sorpresa esta vez? Que las olas están perfectas. ¡Vaya izquierdas! Tubos, maniobras y ¡para nosotros solos! Fue increíble.

Al día siguiente volvemos para Morrillo, el swell ha bajado pero siguen entrando bombas. Surfeamos todo el día y ponemos rumbo a Bahía de Panamá. Allí nos esperan nuestro amigos para darnos un último baño juntos. Otra vez Chame, que abre y cierra el viaje. ¡Qué país más bonito!




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