Recorrer Indonesia es sinónimo de aventura. La única limitación que se tiene es cuántas de sus 17.000 islas puede uno visitar antes de que expire su visado, que suele durar entre treinta, si se obtiene a la llegada, y sesenta días, si se solicita antes a través de la embajada. Yo fui con el de sesenta días pero “sólo” me dio tiempo a conocer cinco de sus islas. Esta es la historia (fotos de @matiasbbk):
Aterrizamos en la isla de Bali, la más turística y conocida, después de casi un día entero de viaje.
Estábamos realmente cansados pero no dudamos en bajar a dar una vuelta. ¡Yo hacía más de cinco años que no iba por allí!
Todo se veía muy cambiado (¡y eso que aún no habíamos visto la costa!) por la cantidad de gente, de nuevos hoteles y demás negocios construidos. Pero la esencia seguía siendo la misma: mucho ruido, humedad, ambiente caótico y el mismo olor y calor de siempre. ¡Estaba en Bali!
Al día siguiente bien temprano bajamos a negociar la moto. Era muy importante sacar un buen precio ya que las íbamos a alquilar para cuarenta y cinco días. Después de mucho buscar, conseguimos una por 30.000 rupias/día, algo así como dos euros, ¡nada mal! Hay que asegurarse de que la moto viene con casco y con seguro. Ah, ¡y de que esté matriculada!
Otra opción es alquilar un coche, que en realidad cuesta poco más, pero que es mucho más difícil de conducir ya que las motos se pegan mucho a él y éste aún por encima tiene el volante a la derecha. Además, los coches en los atascos no avanzan y hay muchos caminos en los que no caben. Nosotros nos decantamos por la moto.
Una vez que las tuvimos empezamos a recorrer la isla. Primero nos fuimos a dormir a la zona de Uluwatu con mis varios amigos catalanes y argentinos.
Después me mudé a la zona de Canguu con el equipo vasco/italiano que venía de pillar un swellazo en Nias.
Por suerte, hay más cosas que hacer y ver en Bali. Los campos de arroz de Ubud son maravillosos, al igual que el Templo del Agua y el Monkey Forest; y cenar pescado y marisco en la playa de Jimbaran mientras bebes un coco es algo mágico y barato.
Lombock está a sólo 25 km de Bali pero es una isla bien diferente. Esto es debido a la línea de Wallace, que define las islas que alguna vez estuvieron en contacto con Asia de las que estuvieron en contacto con Australia. Bali es la última de Asia y Lombok la primera de Oceanía, geomorfológicamente hablando. Pero aunque la diversidad pueda superar cualquier ficción, lo que al final queda en la retina es la mezcla de pueblos y culturas, y a diferencia de Bali (donde más del 90% de los balineses son hinduistas-budistas), en el resto de Indonesia predomina la cultura islámica. No volveríamos a ver otra religión hasta la isla de Flores, donde predomina el cristianismo.
En esta isla me encontré con una cantidad de gente en el agua parecida a la que había en Bali pero también con una de las mejores olas que he podido surfear en mi vida, la súperconocida ola de Desert Point.
Aquí pasamos unos días increíbles. Surfeábamos en todas las mareas y todo el día. Hubo un baño que especialmente recuerdo por la perfección de los tubos y porque cuadró al atardecer, con unos colores mágicos. Además, no había mucha gente. Yo creo que el paraíso no se puede distanciar mucho de esto.
Eso sí, para llegar hasta allí ¡vaya aventura! Una hora por carretera desde el ferri y otra hora más por un camino de tierra con baches de lo más heavy que he visto en mi vida. Me caí varias veces de la moto. No veíamos a nadie y las motos no alumbraba más de un metro. Era de noche y estábamos cansados. Nos llegamos a plantear el dar media vuelta. Por suerte, justo en ese momento, vimos una luz a lo lejos. Era un local con una linterna. Nos acercamos a preguntar si íbamos bien hacia Desert y nos dijo que sí, o eso entendimos. Ahora ya sabemos porque le llaman así a la ola, ¡está en medio de la nada! Pero bueno, cualquier esfuerzo merece la pena porque ¡vaya olas que hay en ese lugar!
Cuando el mar se quedó muy pequeño nos fuimos a la zona de Kuta Lombock, a más o menos cinco horas en moto desde Desert. Allí entraba más tamaño y había más variedad de spots. Además, es una zona turística y se pueden hacer más cosas además de surfear. Lo malo es que supuestamente si volvías de noche en moto desde la playa te podían asaltar con una katana… por suerte nunca lo llegamos a comprobar.
Aterrizamos en la isla de Bali, la más turística y conocida, después de casi un día entero de viaje.
Parte del team. De izquierda a derecha: Joss, Pablo y Nico. Faltan Lucas y Matías. |
Estábamos realmente cansados pero no dudamos en bajar a dar una vuelta. ¡Yo hacía más de cinco años que no iba por allí!
Todo se veía muy cambiado (¡y eso que aún no habíamos visto la costa!) por la cantidad de gente, de nuevos hoteles y demás negocios construidos. Pero la esencia seguía siendo la misma: mucho ruido, humedad, ambiente caótico y el mismo olor y calor de siempre. ¡Estaba en Bali!
Al día siguiente bien temprano bajamos a negociar la moto. Era muy importante sacar un buen precio ya que las íbamos a alquilar para cuarenta y cinco días. Después de mucho buscar, conseguimos una por 30.000 rupias/día, algo así como dos euros, ¡nada mal! Hay que asegurarse de que la moto viene con casco y con seguro. Ah, ¡y de que esté matriculada!
Otra opción es alquilar un coche, que en realidad cuesta poco más, pero que es mucho más difícil de conducir ya que las motos se pegan mucho a él y éste aún por encima tiene el volante a la derecha. Además, los coches en los atascos no avanzan y hay muchos caminos en los que no caben. Nosotros nos decantamos por la moto.
Una vez que las tuvimos empezamos a recorrer la isla. Primero nos fuimos a dormir a la zona de Uluwatu con mis varios amigos catalanes y argentinos.
Después me mudé a la zona de Canguu con el equipo vasco/italiano que venía de pillar un swellazo en Nias.
Con Indar y Aritz. Falta Leo. |
En Bali no vas a parar de surfear, incluso varias spots en el mismo día. Uluwatu, Padang Padang, Bingin, Canguu… con la moto todo está a tu alcance. Lo malo es que surfear allí ahora es casi imposible. Hay mucha pero que mucha gente. Y más aún desde hace unos años, cuando las zonas de surf también se pusieron de moda para salir y quedarse a dormir. Ahora ni al amanecer hay poca gente. ¡Sólo te queda unirte a la fiesta! jaja
Por suerte, hay más cosas que hacer y ver en Bali. Los campos de arroz de Ubud son maravillosos, al igual que el Templo del Agua y el Monkey Forest; y cenar pescado y marisco en la playa de Jimbaran mientras bebes un coco es algo mágico y barato.
Aún así, no aguantamos mucho por allí. Nosotros queríamos surfear olas con menos gente y conocer nuevos lugares y nuevas islas, por lo que decidimos irnos al puerto de Padangbai para pillar el ferri a Lombock, la primera gran isla que tiene Bali hacia el este.
Lombock está a sólo 25 km de Bali pero es una isla bien diferente. Esto es debido a la línea de Wallace, que define las islas que alguna vez estuvieron en contacto con Asia de las que estuvieron en contacto con Australia. Bali es la última de Asia y Lombok la primera de Oceanía, geomorfológicamente hablando. Pero aunque la diversidad pueda superar cualquier ficción, lo que al final queda en la retina es la mezcla de pueblos y culturas, y a diferencia de Bali (donde más del 90% de los balineses son hinduistas-budistas), en el resto de Indonesia predomina la cultura islámica. No volveríamos a ver otra religión hasta la isla de Flores, donde predomina el cristianismo.
En esta isla me encontré con una cantidad de gente en el agua parecida a la que había en Bali pero también con una de las mejores olas que he podido surfear en mi vida, la súperconocida ola de Desert Point.
Aquí pasamos unos días increíbles. Surfeábamos en todas las mareas y todo el día. Hubo un baño que especialmente recuerdo por la perfección de los tubos y porque cuadró al atardecer, con unos colores mágicos. Además, no había mucha gente. Yo creo que el paraíso no se puede distanciar mucho de esto.
Eso sí, para llegar hasta allí ¡vaya aventura! Una hora por carretera desde el ferri y otra hora más por un camino de tierra con baches de lo más heavy que he visto en mi vida. Me caí varias veces de la moto. No veíamos a nadie y las motos no alumbraba más de un metro. Era de noche y estábamos cansados. Nos llegamos a plantear el dar media vuelta. Por suerte, justo en ese momento, vimos una luz a lo lejos. Era un local con una linterna. Nos acercamos a preguntar si íbamos bien hacia Desert y nos dijo que sí, o eso entendimos. Ahora ya sabemos porque le llaman así a la ola, ¡está en medio de la nada! Pero bueno, cualquier esfuerzo merece la pena porque ¡vaya olas que hay en ese lugar!
Foto: Leo Bianca |
Cuando el mar se quedó muy pequeño nos fuimos a la zona de Kuta Lombock, a más o menos cinco horas en moto desde Desert. Allí entraba más tamaño y había más variedad de spots. Además, es una zona turística y se pueden hacer más cosas además de surfear. Lo malo es que supuestamente si volvías de noche en moto desde la playa te podían asaltar con una katana… por suerte nunca lo llegamos a comprobar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario