domingo, 22 de noviembre de 2015

Primera vez en Cabo Blanco

Mi vuelta para Lima desde Lobitos estaba programada para el domingo 1 de noviembre pero no me pude resistir al primer swell del norte de la temporada. Todo el mundo hablaba de que iba a romper la segunda mejor ola del país y yo no quería perder la oportunidad de surfearla. Así que, me quedé en Lobitos, pasé el lunes surfeando y el martes me fui a Cabo Blanco con Toni y Jocelyn. Como bien bromeamos entre nosotros: "profesor voy de camino... ¡de camino a Cabo Blanco!" jeje.


Cuando llegamos las olas aún no habían entrado así que nos comimos un buen ceviche y ya por la tarde me di el baño de toma de contacto aprovechando que no había nadie en el agua. La ola iba pequeñita pero la forma era brutal.


Más tarde, cuando ya entró la gente, el mar empezó a subir.


Las series entraban contadas por el periodo de diecinueve segundos que había pero alguna pude pillar, aunque reconozco que es una de las olas más difíciles que hay en Perú para conseguir ir en una  buena si no eres peruano o local.



Por este mismo motivo, a la mañana siguiente a las 05:30, casi de noche, ya estaba entrando al agua, pero ¿cuál fue mi sorpresa? ¡ya había dos personas en el agua!

Aún así, estar tres o cinco personas surfeando esta ola no es nada. Lo malo es que el swell estaba escaso, las series seguían tardando mucho y la marea estaba subiendo... Además, supuestamente, el mar iba a estar más grande que el martes pero no fue así.
Surfeé varias olas pero no conseguí hacerme ningún tubo. Eso sí, le vi a un local una tapada de casi diez segundos en una ola de medio metro-tres cuartos que me dejó pasmado.

Estas son algunas fotos que pude tomar de la ola y sus alrededores antes de coger el bus a Trujillo.

A cinco minutos andando de Cabo Blanco está Panic Point, la que dicen que es la mejor ola del país.

El tamaño no fue el esperado pero la ola tenía una forma que me va a obligar a estar aquí en la próxima crecida norte.



Hotel El Merlin. Mi casa durante una noche con su terraza con vistas al point. Todo un lujo.

Un par de olas de despedida en marea alta.

Como no tenía que estar en Lima hasta el viernes, en vez de volver en un bus directo (18 horas) y perder casi todo el jueves, decidí viajar durante la noche del miércoles y la del jueves y parar en Trujillo durante todo el jueves para conocer la zona un poco mejor.

Así, al amanecer estaba en Trujillo listo para hacer un poco de turismo. El primer lugar que visité en esta ciudad fue Chan Chan, construida entre el año 500 y el 1000 por los chimúes.


Se trata de la ciudad construida en adobe más grande de América y la segunda en el mundo.






Por la tarde fui a visitar las Huacas del Sol y de la Luna, un santuario moche construido entre el siglo I y el X.



La verdad es que los dos sitios merecen la pena. Los guías te explican todo a la perfección y te dejan boquiabierto. La vida no es sólo surf amigos míos.

Por la noche fui a cenar con mi buen amigo Kevin, que por motivos de trabajo se encontraba por esos días en Trujillo. De ahí me fui a la estación y me subí en el primer bus directo a Lima, que al día siguiente nos íbamos nada más y nada menos que al corazón de la selva, al Amazonas.


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