Cuando llegué por primera vez a mi Universidad aquí en Perú me enteré de que la Facultad de Farmacia no estaba en la ciudad universitaria junto a las demás sino que estaba a una hora de allí. Por suerte estaba en dirección a mi casa así que mejor para mi. Además, podrían haberme dicho que estaba en otra ciudad, como le pasó a más de un erasmus que conozco, o que esa hora de viaje era en sentido opuesto a Miraflores, el distrito donde yo vivo.
Me mandaron a estudiar al centro de Lima, a la Avenida Miguel Grau, donde no hay ningún extranjero más ni en la Universidad ni por la calle (bueno este semestre vino una chica mexicana muy simpática que se llama Fernanda, pero ella estudia en otra facultad y apenas la veo).
Como no hay nadie más de mi cultura (con la que siempre, quieras o no, tiendes a juntarte) me veo obligado a relacionarme con la gente local si no quiero estar solo. Esto para mi es una de las claves que está haciendo de ésta experiencia algo inolvidable.
A lo que voy es que son muchas las casualidades que hacen que me lo esté pasando tan bien aquí. El otro día, sin ir más lejos, fue el festivo en conmemoración a la Batalla de Angamos (combate naval de la Guerra del Pacífico (1879-1884) que enfrentaba a la República de Chile contra la República Peruana y la República de Bolivia). En esa batalla murió el contralmirante Grau que, pese a ser congresista, fue a participar directamente en la batalla. Es por esto que es el máximo orgullo del país. Todavía, a día de hoy, se deja libre el sitio que ocupaba en el Congreso en su honor.
A la izquierda de esta ola, en el Puerto Chico de Barranca, estaban los pescadores de mantarraya o "manta gigante". Ese día había más de un metro y los pescadores entraban y salían con sus barcas a remo a mi lado como si nada. Muy heavy. Aún por encima cada barca sacaba sobre veinte mantarrayas. No me quiero imaginar las que tiene que haber ahí abajo. Menos mal que son la única especie del orden que no tienen aguijón venenoso en la cola.
Al salir fuimos a dejar todo a nuestro maravilloso hotel con vistas y bajamos a ver el sunset.
Al llegar a Bermejo quisimos acercarnos demasiado al pico y el coche se nos quedó enterrado en la arena. Por suerte justo llegó una furgoneta con surfistas uruguayos que nos ayudaron a empujar. Así que, ya tranquilos, nos fuimos para el agua a disfrutar de estas izquierdas solitarias e interminables de medio metro pasado.
El paisaje era de lo más bonito. Nada de cemento cerca. Sólo arena.
Me mandaron a estudiar al centro de Lima, a la Avenida Miguel Grau, donde no hay ningún extranjero más ni en la Universidad ni por la calle (bueno este semestre vino una chica mexicana muy simpática que se llama Fernanda, pero ella estudia en otra facultad y apenas la veo).
Vía Expresa Grau. Después del Metropolitano cojo uno de esos buses hasta la parada Aptao, donde está la Universidad y el hospital. |
Como no hay nadie más de mi cultura (con la que siempre, quieras o no, tiendes a juntarte) me veo obligado a relacionarme con la gente local si no quiero estar solo. Esto para mi es una de las claves que está haciendo de ésta experiencia algo inolvidable.
Además, por suerte también, esta gente es la hostia. Miren a mi colega Raúl y su sudadera. Un tipo con mucha clase sin lugar a dudas. |
A lo que voy es que son muchas las casualidades que hacen que me lo esté pasando tan bien aquí. El otro día, sin ir más lejos, fue el festivo en conmemoración a la Batalla de Angamos (combate naval de la Guerra del Pacífico (1879-1884) que enfrentaba a la República de Chile contra la República Peruana y la República de Bolivia). En esa batalla murió el contralmirante Grau que, pese a ser congresista, fue a participar directamente en la batalla. Es por esto que es el máximo orgullo del país. Todavía, a día de hoy, se deja libre el sitio que ocupaba en el Congreso en su honor.
Pues bien, yo estudio en la Avenida que justo lleva su nombre y el otro día, por su feriado, surfeé una de las olas más largas y maniobrables de mi vida. Pura casualidad!
Esta ola de la que hablo se llama Bermejo, está a 250 km al norte de Lima. Como el jueves era festivo por la Batalla de Angamos y el viernes lo hicieron día no laborable, decidimos hacer una pequeña escapada a esta ola ya que todavía no la había surfeado. Así, el jueves temprano, después de varias bajas de última hora por problemas gastrointestinales, partimos rumbo al norte parte del equipo gallego aquí presente.
De camino paramos en un spot que parece el paraíso pero que necesita algo más de mar. Aún así me di un baño en solitario y pillé varias izquierdas pequeñitas pero con una forma acojonante.
De ahí fuimos a Barranca, ciudad del Tacu-Tacu, donde una bonita izquierda nos esperaba:
Al salir fuimos a dejar todo a nuestro maravilloso hotel con vistas y bajamos a ver el sunset.
Al fondo, la izquierda donde había surfeado. |
Al día siguiente volvimos a dirigirnos al norte, no sin antes ver esta maravillosa digna del libro guiness:
Al llegar a Bermejo quisimos acercarnos demasiado al pico y el coche se nos quedó enterrado en la arena. Por suerte justo llegó una furgoneta con surfistas uruguayos que nos ayudaron a empujar. Así que, ya tranquilos, nos fuimos para el agua a disfrutar de estas izquierdas solitarias e interminables de medio metro pasado.
Esta es una foto del camino de vuelta a la Panamericana desde la playa:
Muchas gracias a mi roommate Ceferino por hacer posible este trip y a Miguel Grau por el festivo!!!
Hasta la próxima!!
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